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Foto del escritorLiliana del Rosso

Un cuento con 5000 años de historia




Jack y las habichuelas mágicas


La versión más famosa fue impresa en Londres en 1734, bajo el título de Jack Spriggins and the Enchanted Beans, que puede haber sido la que sirvió para fijar en la cultura popular esta historia.

Lo cierto es que la historia es muy anterior. Recientes estudios sobre este relato, en el que un joven consigue unas habichuelas mágicas para robar y derrotar a un malvado gigante, va mucho más atrás, y escapa al origen inglés que muchos daban por hecho. Varios académicos han realizado un complejo estudio lingüístico, investigando cuentos tradicionales con técnicas similares a cómo los biólogos trazan genealogías.

De una manera sencilla, los investigadores usaron los arquetipos presentes en las historias como planos, comparando personajes, argumentos y escenarios -entre otros elementos-, viajando cada vez más atrás en el tiempo.

En el caso de Jack y las habichuelas mágicas, el relato llega hasta el idioma proto-indoeuropeo, la base de casi todos los idiomas que se hablan hoy día en Europa. No se puede rastrar más atrás. Pues bien, allí han encontrado indicios de una versión primigenia del cuento convirtiéndose en uno de los relatos más antiguos de la cultura europea, con casi 5.000 años de antigüedad.

Este descubrimiento nos proporciona una visión muy interesante de la literatura en el pasado, donde la oralidad era dominante, al saber que las historias persistieron incluso más allá del proto-indoeuropeo, con el propósito de entretener y educar a los niños, hasta llegar a nuestra época.

 

Jack y las habichuelas mágicas


Jack es un niño distraído y feliz con un padre enfermo y una madre que pasa el día trabajando en la huerta. Cuando el invierno amenaza la casa y la vaquita Milky-White deja de dar leche, no queda más remedio que vender la vaca en el mercado. La angustiada madre manda a Jack con la misión de conseguir un buen precio. Pero Jack encuentra en el bosque a un extraño anciano que le saluda por su nombre, y que le cambia la vaca por cinco habichuelas (alubias) mágicas. “Dos en cada mano y una en la boca”. Jack regresa ufano a su casa al atardecer. La decepcionada madre castiga a su hijo y arroja las habichuelas por la ventana, salvo una que Jack se traga, y que será su única cena.

Cuando amanece las hojas cubren por completo la ventana de Jack, que salta sorprendido sobre la mata de habichuelas, viendo que sube hasta el cielo, y empieza a trepar por ella. “Aquel viejo tan raro había dicho la verdad”. Después de trepar varias horas, Jack encuentra entre las nubes un estrecho camino blanco, muy largo, y comienza a caminar, hasta que llega ante una brillante casa blanca con escaleras. Allí conoce a una mujer muy alta que remueve migas en una cazuela. Jack tiene hambre y le pide algo para comer. Aunque la señora le advierte que a su marido el Ogro le gusta desayunar niños gorditos, el arrogante Jack contesta que “más gordito estaré si desayuno antes”. La señora se ríe y guarda a Jack en el horno cuando escuchan que el Ogro hambriento está a punto de llegar.

Mientras ella le da de comer, el Ogro cuenta monedas de oro. Cuando el Ogro se queda dormido, Jack aprovecha para robar uno de los sacos de oro y escapar por las nubes. Al bajar por la mata de habichuelas, el peso del saco le obliga a soltar las monedas, que caen sobre el huerto como una lluvia de oro que la madre recoge admirada. En cuanto Jack pisa tierra, la mata desaparece.

Al cabo de un tiempo, el oro se acaba y la familia teme volver a pasar hambre. Antes de irse a dormir, Jack riega bajo su ventana. Al amanecer las hojas de habichuela anuncian que una nueva mata ha crecido hasta el cielo, y Jack se lanza a subir por ella. En este segundo viaje, y en un tercero posterior, Jack volverá a engañar a la Señora y al Ogro, les robará una Gallina que pone huevos de oro, y un Arpa mágica que canta llenando el aire de alegría. Finalmente, Jack tendrá que cortar la mata con un hacha si no quiere que los ogros desciendan a reclamar sus tesoros.

 





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Docente por genética, con iniciativa y un punto de creatividad. Amante de las nuevas tecnologías, en constante proceso de formación. 

Mi frase favorita

«Quien se atreve a enseñar nunca debe dejar de aprender»

Disfruto escribiendo, quiero vivir mil aventuras, sentirme cada día una persona distinta, todo sin dejar de ser yo.

Me gusta caminar: en la montaña, en la playa, en la vida, siempre hacia adelante.

En la actualidad me desempeño como: Coordinadora de formación, diseñando estrategias para la integración de herramientas tic en distintas áreas curriculares, actividad que combino con la escritura y la participación en  talleres literarios.

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