sabemos, independientemente de que seamos o no escritores, que hay dos temas fundamentales para que tu libro se venda.
Uno es la sinopsis, en el artículo anterior, De que va tu libro I, te dejé algunas pautas que me resultaron muy útiles.
El segundo son las primeras páginas, el lugar donde comienza todo, en el que estas lleno de energía y dispuesto a contarlo todo.
Esas primeras palabras tienen que sonar bien, enamorar, actuar como resorte que anime a seguir leyendo. En el inicio de un libro es importante lo que cuentes y cómo lo cuentas.
Lo mejor de una novela es su inicio, allí tienes la oportunidad de cautivar a tu posible lector.
Sobre este tema se han escrito cientos de páginas así que, como no quiero ser cansina, me limitaré a dejar diez pautas que te pueden ser de ayuda.
Si relee la primera página de tu novela, ¿podrías decirme en qué renglón está el primer punto clave de tu historia?
Ejemplo 1:
El barril de amontillado, de Edgar A. Poe:
Lo mejor que pude había soportado las mil injurias de Fortunato. Pero cuando llegó el insulto, juré vengarme. Ustedes, que conocen tan bien la naturaleza de mi carácter, no llegarán a suponer, no obstante, que pronunciara la menor palabra con respecto a mi propósito. A la larga, yo sería vengado. Este era ya un punto establecido definitivamente.
No necesitamos mucho recorrido para saber que leeremos sobre el desarrollo de una venganza, que se tomará su tiempo y estará cargada de originalidad.
No demores la puesta en escena del conflicto que será el motor de la narración.
Despierta la curiosidad de tu lector por saber que maldades le tienes preparadas a tu protagonista. (1)
Deja pistas que orienten al lector de que va la historia. (2)
¿Por qué tiene que seguir leyendo? Muéstrale que hay dentro para que quiera buscarlo. (3)
Se breve y muy claro con las descripciones, necesitas situar a tu lector. (4)
Cuidado con la introducción de personajes, solo los indispensables, ya habrá tiempo para hablar de ellos. (5)
No escribas una primera frase cargada de información que será difícil de recordar. Busca una idea sugerente que anticipe algo de lo que ocurrirá. (6)
No des excesiva información que confunda al lector, mejor coloca una situación límite, una incertidumbre, un dilema, un conflicto espectacular. (7)
Cuidado con los diálogos. Si todavía no has situado a tu lector podría ser contraproducente.
No olvides que los lectores son crueles. Pocos siguen leyendo un libro que no les cautiva en su comienzo.
Ejemplo 2
Sakura. Matilde Asensi
Capitulo 1: La venganza de un hombre muerto
(6) Llegué al 14 de la rue Clauzel de París con una desagradable (1) sensación de inseguridad y con muchas ganas de darme la vuelta y de salir corriendo. (1) Aquella historia era demasiado rara para mí. (2)Afortunadamente, me sentí un poco mejor cuando vi que el lugar de la reunión parecía ser una galería de arte, con una vidriera sobre la que podía verse un rótulo amarillo que decía «Père Tanguy». (4)Toda la fachada era de un apagado color verde irlandés que se confundía fácilmente con azul según cómo le diera la luz del brillante y caluroso sol de aquella mañana de agosto. Dentro, las paredes estaban llenas de cuadros y no había ni un alma. Entré y vi un cartel con una flecha que señalaba una puerta al fondo del local. Me acerqué, aún más preocupado y con más ganas de marcharme que antes, y vi un papel pegado en la puerta que confirmaba que el encuentro al que me habían citado aquel día a aquella hora iba a celebrarse allí. Abrí con un falso gesto decidido y entré.
Era una habitación de tamaño medio y alguien había puesto unas cuantas sillas plegables de madera formando un círculo. (3) Parecía un almacén reconvertido en el lugar de reunión de una secta. Algunas personas ya estaban sentadas en las sillas y me miraron con curiosidad. Hice un gesto de saludo con la cabeza y tomé asiento, dejando un espacio vacío entre los demás y yo. Había una mujer, pero estaba hablando en voz muy baja por el móvil y se tapaba la boca con la mano para que no la oyéramos. La sensación de inseguridad se me agudizó. Aquello daba muy mal rollo. (5) La puerta de la habitación volvió a abrirse y, para mi sorpresa, (3) entraron dos japoneses muy sonrientes. Uno era bastante más grande que el otro, tan enorme como un luchador de sumo, y llevaba una insignia plateada en la camisa. Cuando pasó junto a mí pude leer en la chapa que era el gerente de aquel lugar. El otro, un pequeño y flaco japonés de mediana edad, avanzó hasta colocarse delante de la pantalla plana que colgaba de la pared y nos hizo una elegante reverencia a todos los presentes. El enorme gerente, con un marcado acento francés, nos anunció: —Les presento al señor Ichiro Koga. Su anfitrión y patrocinador. Aún no tenía muy claro qué patrocinaba exactamente el señor Koga, pero si aquel hombre de pelo corto y lacio (7) iba a pagarme lo que habíamos firmado en el contrato, por mí podía pedirme que saltara al agua desde un acantilado con los ojos vendados. Estaba más que dispuesto a escucharle a cambio del sustancial adelanto que había sido ingresado ya en mi cuenta bancaria y de la enorme cantidad de pasta que me había prometido. Supuse que los demás estaban allí por la misma razón. (7) Eran dos hombres y una mujer. De los hombres, uno era pelirrojo y grueso, de veintipocos años, y el otro, algo más mayor, era un mulato de brillantes ojos azules. La mujer, que aparentaba estar cerca de los treinta, era de ojos rasgados, morena y no demasiado alta. Todos parecían tan cohibidos como yo. —Ohayō gozaimasu1—nos saludó el señor Koga inclinando la cabeza—. Gracias por venir hasta París y por acudir a esta reunión en la galería Boutique du Père Tanguy. Sí, en París, en agosto, con un calor infernal incluso a aquellas tempranas horas de la mañana, pero todo gratis, con todos los gastos pagados. ¿Cómo no iba a estar allí? ¿Es que, acaso, había otra manera mejor de disfrutar del único mes anual de vacaciones?
Te dejo otros ejemplos de inicios de grandes novelas.
El camino. Miguel Delibes
Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre. Pero por lo que a él afectaba...
Anna Karénina. León Tolstói
Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada. En casa de los Oblonsky andaba todo trastrocado. La esposa acababa de enterarse de que su marido mantenía relaciones con la institutriz francesa y se había apresurado a declararle que no podía seguir viviendo con él. Semejante situación duraba ya tres días y era tan dolorosa para los esposos como para los demás miembros de la familia. Todos, incluso los criados, sentían la íntima impresión de que aquella vida en común no tenía ya sentido y que, incluso en una posada, se encuentran más unidos los huéspedes de lo que ahora se sentían ellos entre sí.
Por último pedirte tu opinión sobre la primera página de mi próximo libro.
Capítulo I
Lo que sucederá mañana empieza ahora y es parte de ayer.
Impotencia. Boston 23 de diciembre de 2011
Xabier esperaba junto al campanario de Trinity Church, en el corazón histórico de la ciudad de Boston. El frío había enrojecido sus mejillas, el viento destemplaba su cuerpo con rapidez. Un vaso de café humeante, que acababa de comprar en la feria, era su único alivio. Con cada sorbo volvía a mirar la planta veinticuatro, del edificio más alto de la ciudad. Indiferente a la algarabía que lo rodeaba se repetía obsesivamente «Juro que nadie volverá a engañarme».
Diciembre siempre es un mes de grandes eventos. La plaza de Trinity Church albergaba el mercado navideño de artesanías. Olía a manzanas asadas, a chocolate, a galletas de jengibre. Sonaba una dulce melodía que recordaba la magia del último mes del año. Frente a la iglesia en la planta veinticuatro del edificio John Hancock Tower, un rascacielos convertido en un importante centro de negocios, un empresario disfrutaba de su triunfo sin saber que el precio que iba a pagar sería muy alto.
Hace dos años, Xabier Calveiro, un joven gallego ingeniero informático, tras perfeccionar sus habilidades en el máster en programación en el MIT de Massachussets conoció a James Stone. Un empresario de Boston que se interesó por sus habilidades como programador y le propuso que trabajasen juntos en un proyecto vanguardista. Tras un par de semanas de negociaciones se asociaron y crearon ITconsulting DTS, para diseñar software personalizado. Su primer trabajo fue para el consorcio que dirigía el edificio Hancock. Xabier diseñó un sofisticado programa de seguridad que controlaba todos los accesos. Aquello colocó a su recién creada empresa entre las más importantes del sector.
Las campanas repicaron cuatro veces. Xabier arrojó el vaso en una papelera y cruzó la calle corriendo. El caos se apoderó del tráfico, él esquivaba los vehículos mientras las bocinas de los coches aguijoneaban su arrebato. Debía apresurarse, conocía muy bien el ritmo interior de la gran mole de cristal. Las puertas The Hancock cerraban a las cuatro de la tarde. Sesenta plantas con cientos de oficinas que en pocos minutos quedarían vacías.
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